Recuerdo perfectamente el momento en que decidí pedir ayuda. Fue una época complicada en mi vida: Acababa de superar un cáncer de mama, había finalizado una relación de pareja, y, por si esto fuera poco, tenía que regresar a trabajar sin saber si sería capaz de hacerlo tras la enfermedad.

Me desahogaba con mi círculo de amigos y familiar, e incluso con aquellas personas que simplemente estaban dispuestas a escucharme. Además de acudir al psicólogo, había probado con terapias alternativas como el Reiki, pero nada. Seguía igual. Entonces tuvé una especie de revelación, supongo que por lo vivido. Y me dije que la esperanza es lo último que se pierde. Creo que eso es justamente lo que me impulsó a acudir a Ayrin: una mezcla de desesperación, esperanza y amor propio. Pensé que aún podía encontrar a alguien que me ayudase a estar bien conmigo misma y dejar atrás los fantasmas del pasado. Y así fue.

Apareció en el instante idóneo y de la manera más cotidiana: buscando información por internet: vi su página web y algo en mí me dijo que tenía que hacer lo posible por contactar con ella. Me dio confianza desde el principio. A nivel personal, experimenté un cambio muy positivo en mi manera de ser y actuar: mucho más segura de mí misma, empoderada y reflexiva. Todo ello ha supuesto un antes y un después en mi vida, ya que ahora tengo mucha más capacidad reflexiva a la hora de enfrentarme a situaciones que antes me paralizaban, he conseguido poner límites a personas y comentarios que antes me herían, a hablarme con respeto, confiar en mi potencial como persona y profesional.

El coaching es totalmente compatible con una terapia psicológica; no es excluyente. Ahora que lo sé, y después de obtener estos buenos resultados, no dudaría en volver a recurrir a Ayrin si lo necesitase de nuevo. Se lo recomiendo a cualquier persona que se vea identificada con mi situación o cualquier otra en la que no sepa hacia dónde dirigirse, que se sienta desorientada o falta de ánimo. Le diría que no tuviese miedo y que se dejara ayudar, porque estará siempre acompañada y en buenas manos.

Cuando acudí a Ayrin estaba en segundo curso de Grado Superior. Vivía una época complicada en la que necesitaba ayuda para gestionar pensamientos tóxicos relacionados con mi físico, episodios de bullying y cómo enfrentarme y gestionar el miedo. Al finalizar el proceso de coaching, no sólo me he deshecho de estos pensamientos sino que además soy capaz de gestionarlos para que no me afecten y he aprendido a expresar mi opinión de una manera asertiva, sin dañar a nadie. Por fin soy yo, me siento empoderada, fuerte y segura de mí misma. Cada día me repito: «¡Tú puedes!». Sigo aprendiendo cosas nuevas sobre mí y ya no tengo miedo a equivocarme. Me siento afortunada por haber encontrado a una profesional como Ayrin con la que no sólo he conectado como profesional, sino también como persona. Le estaré siempre agradecida.

Creo que Ayrin aún no sabe lo mucho que me ha ayudado. Y es eso precisamente lo que la hace especial. Ese carácter siempre conciliador, cercana, como si estuvieras hablando en todo momento con una amiga. En confianza. Estaba en un momento profesional totalmente desorientada. Entré en un bucle de insatisfacción profesional, sin saber hacia dónde debía dirigirme ni por dónde empezar. Y me hizo un regalo: me brindó la oportunidad de descubrir de lo que era capaz y confió en mí desde el primer momento. Gracias a su confianza y visión de futuro, he logrado dedicarme a lo que siempre he querido. Así es que jamás olvidaré lo importante que fue encontrarla en aquel momento de mi vida porque, como dice un proverbio japonés, el viaje más largo empieza con un primer paso. Y Ayrin me acompañó a darlo.