Cuando nos comunicamos con los demás, ¿prestamos atención a las palabras que utilizamos?, ¿Cómo afecta a nuestra relación?, ¿Cómo afecta al resultado de la interacción comunicativa?, ¿Cómo nos hace sentir?.
En un mundo cada vez más tecnológico en el que corremos el riesgo de establecer dinámicas relacionales frías e impersonales, apuesto por crear espacios comunes, comunicarnos de forma empática y positiva.
¿No es así como conseguimos colaboración entre nosotros que redundará en resultados positivos y efectivos?.
Parémonos a pensar, en el ámbito personal todos buscamos sentirnos equilibrados y en paz.
Estos son estados interiores que podemos crear para nosotros mismos independientemente de lo que nos ocurra en el exterior.
Nosotros somos los que decidimos cómo sentirnos, esta es nuestra parcela de libertad.
Dicho de otra forma, si nos ocurre algún acontecimiento desagradable, tenemos la libertad personal de decidir si nos afectará en negativo, o si no le daremos importancia y seguiremos nuestra actividad con un estado de ánimo tranquilo.
Manteniendo nuestro centro.
¿Cómo podemos reaccionar cuando vivimos una situación desagradable que nos viene desde fuera o cuando recibamos un mensaje negativo de los demás?
Para ello pondré un ejemplo e iré enumerando cada una de las opciones y cómo actuaríamos en base a cada una de ellas.
Supongamos que un día en el trabajo un supervisor nos dice: – “eres muy lent@, tenías que haber acabado ya con toda esta documentación”.
Una forma posible de reacción ante esta situación sería sentirnos culpables.
Podríamos pensar:
“Oh! Debería ir más rápido aún! Invierto más horas de trabajo de las que tengo contratadas pero debería venir fines de semana para finalizar toda las tareas que me adjudican”.
Estaríamos aceptando el juicio de la otra persona y culpabilizándonos nosotros mismos.
Esta opción reduciría nuestra autoestima ya que nos hace sentir culpa, vergüenza y nos conduce a sentirnos deprimidos.
Una segunda forma posible de reacción sería culpar a los demás.
Diríamos:
-“No tienes derecho a decirme esto!, No ves que hago más horas de las que me tenéis contratad@! Gracias tendríais que darme por los expedientes que he cerrado ya!.
En este caso probablemente sentiremos rabia.
La tercera opción consiste en tomar conciencia de nuestros sentimientos y necesidades.
Por ejemplo:
-“Cuando te oigo decir que soy lent@ realizando mi trabajo, me siento herid@ porque necesito reconocimiento por toda la dedicación y esfuerzo que estoy realizando”.
Aquí estamos tomando responsabilidad de nuestros sentimientos y expresamos la necesidad de ser reconocidos.
Expresar de forma asertiva lo que sentimos y lo que necesitamos a los demás es una de las claves para tener una buena autoestima.
Una cuarta opción sería reconocer los sentimientos y necesidades de los demás.
Una posible respuesta sería:
-“ Entiendo que te sientas presionado por los jefes y la fecha límite que nos han marcado.
Lo recojo y tengo en cuenta”.
En este caso empatizamos con la otra persona y fijamos un punto de encuentro que nos re-coloca en el mismo equipo.
Una buena dinámica posterior sería enumerar la cantidad de tareas a realizar y priorizarlas en función del tiempo límite de entrega teniendo en cuenta el tiempo disponible por horario.
Llegar a acuerdos realistas y efectivos para ambas partes ayuda a conseguir resultados beneficiosos para la empresa y respetuosos para los trabajadores.
Ideas clave para mantener la calma ante una agresión externa:
Mantén la calma.
Respira profundamente si hace falta.
No permitas que nadie altere tu paz interior.
- Comunica tus sentimientos y necesidades de forma asertiva.
- Reconoce los sentimientos y necesidades de la otra persona.
- Busca puntos de acuerdo.
- Pasad a la acción colaborativa.