La clave es la respiración.
Al inspirar llevamos más oxígeno al cerebro y al expirar liberamos tensión corporal.
Cuanto más profundamente inspiremos y más lentamente expiremos, más conseguiremos volver al estado de calma.
Parece muy sencillo y lo es.
Se trata simplemente de programarnos diez minutos al día para realizar esta técnica. Tres veces al día.
A mi me funciona contar hasta cuatro cada vez que inspiro y que expiro.
Pero también os podéis acompañar de Apps de “cardiac coherence” para un acompañamiento con sonido y una respiración guiada.